Todos esperamos ese ángel, ese que cuida, que protege, que libera de los momentos más difíciles.
El que sostiene en los quebrantos más duros, en los momentos más oscuros, en las crisis más trascendentales y las decepciones más profundas.
Todos esperamos ese ángel, que nunca se vaya, que esté justo al lado, en cada paso, en cada respiro.
Todo árbol lo espera para sí, pero cuando llega el momento de elegir, buscará que sea para su semilla.